Llegamos a estos estrados gracias a la investigación realizada por la fiscalía y por las jornadas de debate realizadas en este tribunal, a buscar “LA VERDAD”, como dijimos desde un principio desde la óptica de la justicia restaurativa, la cual ya nos encontrábamos transitando gracias al colectivo social “VICTIMAS POR LA PAZ”.
Vimos la verdad, vimos lo sucedido, pero primero y sin especulaciones vimos y escuchamos a los imputados confesar sus hechos y sus responsabilidades. Los vimos mirarnos a la cara, mirar a los ojos a esta madre dolida y a la propia Melisa a través de esta imagen que está en el portarretratos.
Y fue la misma versión que en privado le dieron a Mercedes y a Daniel, el papá del corazón de Melisa.
Vimos también el resto de la prueba que pasó por esa silla y la que se encuentra en el expediente.
Y vimos que los Cañada no mentían ni un ápice en su versión, que fueron absolutamente sinceros con la familia de Melisa Núñez.
Vimos que colocarnos en un marco restaurativo desde el inicio fue lo correcto.
El sistema penal tradicional es burocrático y frío, deja fuera las emociones. Se olvida de forma constante y deliberada que tras el delito, hay seres humanos que sufren, que se han visto afectados por el crimen de muy diversas maneras y que, como la delincuencia «duele», el sistema y la justicia deben ayudar a «curar».
Gestionar las emociones suponen pasar de sentimientos negativos, a otros más positivos y constructivos. De la humillación al orgullo. Esto es tanto para infractores como para las víctimas.
Para las víctimas, supone dejar de sentir humillación, ira o vergüenza por haberse convertido en víctimas para empezar a tener otros más constructivos que, sin duda, influirán de una forma positiva, en su posible superación del trauma del delito, como el sentir orgullo y respeto.
Esto servirá para que puedan despojarse del rol y estigma de sentirse víctimas de forma permanente.
La justicia restaurativa favorece que puedan pasar de víctimas a supervivientes, con los sentimientos que esto conlleva:
1) Empoderamiento
2) Fuerza
3) Dignidad
4) Admiración
5) sentirse visibilizadas
6) respetados en su dolor y decisión.
Mercedes Fernández y su familia eligieron ser Víctimas por la Paz aspirando conseguir su sanación y no saciar una sed de venganza que nunca sintieron.
La sanidad de esas víctimas proviene de un pedido de perdón por parte del los ofensores. Por una explicación sensata y sincera de lo sucedido aquel 13 de abril de 2015.
1) Asumiendo responsabilidades desde un principio sin tener que hacer padecer nuevamente a estas personas por un proceso judicial tortuoso que reabra heridas.
2) Por impartir a cada uno su justa pena en la medida de la verdadera responsabilidad.
3) Por visualizar gracias a los principios de la oralidad y la inmediatez las graves negligencias de otras personas que sumadas al primer acontecer produjeron el desenlace fatal.
Los señores Cañada ofrecieron autohinabilitarse en el uso, manejo y comercialización de agro químicos y residuos peligrosos, y nosotros lo aceptaremos. Y reafirmamos nuestra postura de solicitar se les imponga la pena prevista en el artículo 56 de la ley 24051 porque fue nuestra convicción desde un principio que el homicidio se había producido de forma culposa.
Convencidos y con un dejo de satisfacción llegamos al alegato final; porque los hechos narrados por los señores Cañada a la familia de Melisa Núñez pudieron tener su correlato con lo declarado por todos los testigos y especialistas que pasaron por esta sala. Y eso permite sanar, saber que cada uno cargara con su justa responsabilidad por lo sucedido.
En esta línea de ideas queremos solicitarle a este tribunal y a la fiscalía que inmediatamente se agilicen las investigaciones en trámite con respecto a todos los funcionarios municipales y provinciales que tuvieron que ver con este hecho. Es justo traerlos también a juicio para evaluar su parte de responsabilidad en el fallecimiento de melisa y las lesiones del resto de las víctimas.
La predisposición voluntaria de Mercedes Fernández; sus hijos, Daniel Báez y la de Fernando y Emiliano Cañada de juntarse en un ámbito cedido por Víctimas por la Paz, a fin de tratar de reparar sus dolores y culpas internas; de poder sanar sus penas es un acto incuestionable que hace a la libertad de decisión de cada individuo y por esto fue que llegamos a este juicio con la intención y la absoluta certeza que la cárcel, la privación de libertad, no resocializara a las personas que ya nos dieron acabadas muestras de que están por demás socializadas, asumiendo su accionar frente a todos, haciéndose cargo y que aprisionarlos solo respondería a un clamor de venganza que a nosotros no nos sucede.
La justicia restaurativa se revela como una justicia más justa, humana y sobre todo una justicia que transforma, fortalece y sana las heridas que el delito ocasiona a las víctimas, a los infractores, más allá de colaborar con la paz social…con recomponer esa comunidad quebrada por el delito. La restauración devuelve a esa comunidad gente resocializada, arriesgo a decir, mejores versiones de sí mismas.
Esta justicia separa al ser humano del rol del infractor, dándole una oportunidad de cambiar y de no volver a dañar a otras personas.
Creo que hemos perdido la perspectiva de que la justicia no es hacer cumplir la ley simplemente. Esto, al fin y al cabo, puede satisfacer al Estado, pero no a las víctimas directas o a la comunidad. Realmente la justicia significa hacer frente al daño, y atender a las víctimas.
Víctimas y victimarios son parte de la comunidad y esa comunidad conforma el Estado. Por ende, se está satisfaciendo el fin del Estado desde el derecho penal según sus principios constitucionales en cuanto a que la pena es resocializadora.
En el caso que hoy nos toca los infractores están resocializados, las victimas sanadas y satisfechas con que se los responsabilice por el homicidio culposo de su hija, se los inhabilite por el plazo de diez años para manejar agro químicos y residuos peligros como marca el artículo 20 bis inciso 3ero del CP; se satisfaga el reclamo patrimonial que tramita en el juzgado contencioso administrativo como se ha hecho con el resto de las víctimas, se funde en nombre de Melisa y demás lesionados un recordatorio en el barrio Puerto Quequén.
Y al gobierno municipal se le solicita revisen, recopilen y creen ordenanzas acordes ara suplir las graves falencias que se ventilaron en este debate.
Reiteramos la petición de celeridad en traer a juicio a todos los funcionarios municipales y provinciales que tienen responsabilidad compartida en este homicidio y lesiones no fatales.
E insistimos, como declaráramos en el alegato de apertura de que el encarcelamiento de los hermanos Cañada es totalmente inútil porque nada de su responsabilidad cívica debe ser resocializada.
Ellos ya cumplieron en declararse culpables ante la mirada de Melisa. La pérdida de libertad en sí misma en el caso concreto nada restaurara.
Mercedes y su familia encontraron en Victimas por la paz la posibilidad de dejar de llorar y a los infractores una oportunidad de transformación y de reencuentro con su humanidad.
La oportunidad de ambas partes para la transformación del dolor y de los sentimientos negativos, en otros más positivos y constructivos.
La oportunidad de la comunidad toda de pedirle, de exigirle al Estado Municipal, Provincial y Nacional que nos cuiden.
Señores…que nos cuiden seriamente de una buena vez