Mi nombre es Diana Márquez, soy abogada mediadora, y vengo en representación de Víctimas por la Paz. La integramos personas que sufrimos las consecuencias de hechos delictivos y que tuvimos la posibilidad de convertir el dolor y la frustración en acciones positivas, rechazando la idea que el mejor modo de afrontar los conflictos se encuentra en el endurecimiento de la ley penal. Estamos convencidos de que la paz social se construye promoviendo la convivencia y la integración, y que el odio o el rencor solo profundizan la violencia.
Nuestro colectivo tiene experiencias con justicia restaurativa que se ha hecho en relación a personas adultas, pero lo pensamos claramente y con más fundamento para personas jóvenes. Es que en ellos, al ser el futuro, ponemos nuestras esperanzas de transformación. Y también como adultos tenemos que poner todo nuestro esfuerzo para ayudar a eso.
Para nosotros la justicia restaurativa es la justicia del sentido común. Pero necesitamos que lo que el sentido común entiende por justicia no se convierta en venganza y en una virtual escalada
Me explico mejor: aunque la práctica de la justicia retributiva no lo contemple, hay un sentido común en la idea de que algunas personas que provocan un daño tengan el deseo o la necesidad de repararlo. No es extraño que un ofensor se arrepienta del mal hecho. Ese hacerse cargo de los propios actos es salir del círculo de violencia y victimización diciendo “yo me hago cargo de lo que he hecho; lo que he hecho estuvo mal; me equivoqué y necesito pedir perdón”. Podemos hasta pensar que el poder pedir perdón se convierta incluso en un derecho.
Y también hay un sentido común en que algunas víctimas necesiten escuchar el pedido de perdón de parte de sus agresores, rehumanizándolos.
El pedido de perdón reconforta a la víctima, la pone en otro lugar donde puede existir la relación desde lo humano que se había perdido. Y también trasciende ese límite, abarcando más: un acto reparador redunda en beneficio de la sociedad porque la comunidad necesita ver que las personas que han hecho mal dan el puntapié inicial para hacerse cargo de lo que han hecho, intentando reparar. Rompiendo el círculo de violencia.
El encuentro, en nuestra experiencia, es sanador. Humaniza a ambas partes.
La idea de la cárcel para los jóvenes y de la baja de la edad de imputabilidad va de la mano de la escalada en la resolución de los conflictos sociales. Creemos que la justicia restaurativa es una oportunidad que se les puede dar a los jóvenes para que tengan un espacio donde poder intentar restaurar el daño que han hecho.
También para la víctima que ha sido dañada y a la que se ha puesto en un grado total de vulnerabilidad, cuya vida ha sido modificada radicalmente por el miedo, el rencor, el odio y otros sentimientos negativos, tenemos que tener más respuestas que solo las del derecho retributivo. Porque estamos convencidos de que hay otras necesidades que no se atienden. Ofrecer la posibilidad de encontrarse con el ofensor cara a cara y otorgar el perdón es una de ellas. O encontrarse sin necesidad de que el perdón sea otorgado, ya que el acto del perdón es algo personalísimo. Pero darle alternativas que la víctima pueda considerar como reparadoras y constructivas.
Lo importante es escuchar las necesidades de la víctima.Estamos seguros de que, más de una vez, nos van a sorprender.
Desde Victimas por la Paz intentamos transformar la realidad, muchas veces durísima, en acciones positivas.
No es olvido, no es impunidad, no es candidez. Es la búsqueda de la pacificación social por la vía de la convivencia, la integración y, hasta en algunos casos, del perdón.