Víctimas por la Paz es un colectivo que procura generar una corriente de opinión proclive a las soluciones pacíficas de los conflictos, fomentando la convivencia y la generación de espacios propicios para estos fines. Los esfuerzos, de acuerdo con el sentido del espacio, se encuentran principalmente orientados a las personas que han sufrido delitos y a mostrar la existencia de alternativas más constructivas y sanadoras que las que ofrece el sistema formal de justicia penal.
Pero, también es importante conocer si «del otro lado», si los ofensores tienen predisposición a explorar fórmulas de reparación y pacificación, dado que en la medida que exista reciprocidad entre las partes involucradas en el conflicto, las salidas alternativas se facilitan.
Como es obvio, el encuentro entre los protagonistas no es una tarea sencilla para nuestra cultura, apegada a prejuicios y estereotipos que indican que las cosas deben resolverse de una determinada manera, exhibiendo resistencia a otras vías u opciones.
Con este propósito, desde Víctimas por la Paz se llevó a cabo una encuesta entre las poblaciones penales de tres de las más importantes y emblemáticas prisiones de la República Argentina: Batán, Devoto y Olmos, encuestando a 1.353 personas, lo que involucra a un universo amplio y representativo (tengamos en consideración que la población total de esos tres establecimientos oscila en las 5.800 personas, por lo que estamos hablando de casi un 25% del total del universo).
Es de destacar que el trabajo material de las encuestas fue realizado por las propias personas privadas de la libertad: en el caso de Batán por integrantes del Centro Pastoral Universitaria (CPU-Batán), en el caso de Devoto por el Centro Universitario Devoto (CUD) y en el caso de Olmos por el Centro de Estudiantes de la unidad.
La consigna era: ¿estaría dispuesto a encontrarse con la persona ofendida por su hecho?
Las respuestas fueron las siguientes:
- si, sin condicionamientos a resultados jurídicos y/o judiciales: 829 personas (61,27%)
2. no: 254 personas (18,77%)
3. si, pero si obtuviera alguna ventaja: 101 personas (7,46%)
4. necesitaría más información antes de tomar una decisión: 59 personas (4,36%)
no sabe/no contesta: 110 personas (8,13%)
La primera conclusión es la elevada predisposición existente para generar encuentros con las personas ofendidas. Más de la mitad de los encuestados (el 61,27%) expresaron encontrarse dispuestos a ponerse cara a cara con las personas a las que le produjeron algún tipo de lesión en sus personas o sus bienes, o las de sus familiares, en forma incodicionada, sin esperar otros resultados que los que pudieran ocurrir. Asumiendo inclusive el riesgo del fracaso del encuentro y sus consecuencias derivadas. El dato es significativo para cuestionar ciertas creencias populares relacionadas con el desinterés de las personas privadas de la libertad respecto de la suerte de sus agredidos.
Casi el 20% de los encuestados (el 18,77%) rechazaron la posibilidad del encuentro. A este respecto, procurando buscar explicaciones a la negativa, entendemos que, además del componente cultural que lleva a que el preso deba actuar de una determinada manera, mostrándose «duro», para ser bien gráficos y explícitos, consideramos que también puede jugar un rol importante el tipo de delito atribuido. Seguramente que no será lo mismo poner la cara frente a la persona que sufrió un delito contra la propiedad que frente a aquellos que, por ejemplo, sufrieron delitos contra la integridad sexual.
Un poco más del 7% de los encuestados expresaron aceptar la posibilidad del encuentro, pero sujeto y condicionado a la obtención de alguna ventaja o beneficio. El porcentaje de este segmento no es significativo, pero creemos que se encuentra muy relacionado con la cultura promovida con ciertas políticas estatales, que promueven ciertas conductas positivas (el caso paradigmático es el estudio) a cambio de redimir pena.
Prácticamente que la necesidad de contar con más información (4,36% de los encuestados) y los que no saben y no contestan (8,13% de los encuestados) responden a una misma variable: lo exótico que aún sigue siendo la posibilidad de transitar caminos de restauración y reparación personal.
Los resultados de la encuesta nos hacen ser optimistas y confirmar que existe un enorme terreno que falta explorar, pero que muestra que es fértil para la búsqueda de una sociedad más inclusiva, donde podamos minimizar las tendencias a agredirnos y convivir en forma más pacífica.